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Marta Ocaña
Respuestas
16 DIC 2009
70 VisitasEscribir es - entre muchas cosas- encontrar lo que no se andaba buscando. H ace algunas semanas hablaba con otras escritoras sobre la necesidad de ir más allá de lo que aquí se publica pues a veces parece que uno se sienta a escribir y sólo se produce una crítica sistemática y cíclica; cíclica por recurrente y repetitiva. Entonces me da por querer abandonar esto de la escritura como una forma de aceptación que mi atribulada e irreverente condición no hubiera admitido si me hubiera dedicado a esto muchos años antes.
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Y es que no se ve la salida o es que ni siquiera debiera uno entrar. Estoy con ganas de cortar la tele, los periódicos y todo lo que haga eco de una sociedad disfuncional que proclama y manifiesta una diversidad de disfunciones y sus respectivas curas que atarantan al más meditado y sabio escucha, lector y/o ciudadano. Cada uno de los colaboradores de éste y más periódicos, denuncian y hacen crítica de nuestros sistemas sociales, culturales, financieros y políticos a su manera y estilo. Por años se ha practicado en nuestro país esta libertad de expresión que si bien ha sido por momentos acallada o manipulada, siempre ha encontrado la manera de dejarse leer entre líneas y así hacer evidentes los errores de quienes están al frente de dichos sistemas. Mi abuelito vivía en la ciudad de México en la calle de Amores en la Colonia del Valle. Mis papás nos llevaban frecuentemente a visitarlo. Así, el recuerdo de su biblioteca es un recuerdo que continua fresco en mi memoria y mi imaginación siendo parte importante de todo ello sus libros, cuadros y objetos con olor a viejo, a sótano, a papel, a secreto, a curiosidad y con esa sensación a deleite por las cosas que conforman nuestras ideas y maneras de ser y pensar. Entre todo ello había unas mesas -que yo veía inmensas- en las cuales había grandes libros con pasta de cuero. Estos libros contenían recortes de periódicos sobre indistintos temas que iban desde anécdotas hasta anuncios curiosos sobre cómo desparecer las pecas con tónicos de nombres extravagantes que hoy suenan demodé. Pero el grueso de la información que contenían tenía que ver con los ejes de nuestros gobiernos: sus decisiones, sus errores, sus corruptelas y porqué no, también sus aciertos. Hoy al escribir esto me llega el olor de aquellos cuartos ubicados en la planta baja de Amores 321 y otros más en un gran sótano de donde surgían escaleras secretas que conectaban a su recámara o la planta alta de esta casa. La casa y la calle se rindieron al progreso y mejora de la gran metrópoli; los libros y muchos objetos permanecieron en nuestra familia por lo que aún me queda cierta memoria viva de todo ello. Sin embargo lo que aún persiste son los encabezados de los diarios de aquella época. No en aquellos libros que mi abuelo recortaba, pegaba y empastaba. La historia se repite en este país del 2009 siendo aquello, asunto de 1970. Cambian los actores pero la obra, los personajes y la resolución de la trama sólo sufre modificaciones en el formato pero no en el fondo. Me pregunto si nos sentimos más seguros en este territorio tan inseguro pero tan bien conocido que por ello no hacemos ningún cambio; temiendo que ese “status quo” no se modifique. Recibiendo caricias negativas pero al fin caricias. Por ello a veces quiero claudicar, dejar de ver, oír y escribir. Ignorar este sistema más no el mundo; los sistemas abstractos que encadenan a tributos y obligaciones para un bienestar que no parece concretarse. Sin embargo gracias a este ejercicio que se da en la escritura puedo encontrar respuestas; réplicas que no son consejos ni tampoco recomendaciones y a las cuales cada uno debe acceder si tan sólo le dedicamos algunos minutos al día sin saber que de pronto se encuentra lo que no se busca. Martosa898@hotmail.com
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